martes, 18 de diciembre de 2007

Deseos

Últimamente me siento fatal. Horrible. Mucho peor que de costumbre. No sé porqué, pero es así, y no lo aguanto.

Pero ayer, Peter, no estaba enfadada, aunque tú creyeras que sí, no me enfadé ni una vez, ni me molesté por nada. Sólo estaba triste, tremendamente triste, como lo estoy últimamente, un poco menos, porque siempre me alivias, no sé porqué. Sólo era eso, tristeza, me sentía mal, pero gracias por hacerme sentir un poco mejor, o incluso bien, la mayoría de la tarde.

Sólo estaba triste, mirando cómo me obligabas a no comprarte ningún regalo, cómo te empeñas en apartarme de tu lado. Sí, es una estupidez un cumpleaños, y qué? A mí me gustan las estupideces: me encantan los regalos, las hadas, los sueños, los dulces, el Retiro y ese estúpido árbol de Navidad que ponen en él...

-¿Por qué eres así? - Esa pregunta salió casi sin darme cuenta, y la habría retirado justo después, y si me hubieras preguntado qué respuesta esperaba, no habría tenido ni idea de qué decir. No quise decir eso, me arrepentí, lo sentí muchísimo, y sin embargo, allí estaba yo, siguiendo mi monólogo: -Tus padres son normales... Te han tratado bien... No deberías intentar apartar así a la gente de tu lado... No te entiendo.

Y sin embargo, a lo largo de la tarde, tú me dijiste:
- ¿Y ahora por qué estás tan feliz, tan bien? Antes estabas enfadada -ya te he dicho que no era enfado, claro que tú no lo sabías- y ahora, ¿por qué has cambiado?
Me dijiste que no me aguantaba ni yo, y te dije que era cierto, que seguramente la persona que menos me soportase fuera yo. Y ya lo había pensado antes, que cómo espero que alguien me aguante si yo soy la primera que me odio a mí misma, y sí, hasta me caigo mal, si se puede decir eso de uno mismo.

¿Y por qué deseos? Hace unos días, bastantes, cuando ya vi que este mal estar exageradamente pronunciado no se me quitaba y se iba a quedar mucho tiempo conmigo, por lo que iba a tener que aceptarlo y acostumbrarme a él, empezaron a volverme deseos a la cabeza. Recordé a una chica que se suicidó en el portal de al lado, se tiró por la terraza. Y no es verdad eso de que siempre que alguien se tira por un sitio se da cuenta antes de darse contra el suelo de que todos sus problemas tienen solución, excepto el de estar cayéndose (lo leí no sé dónde) porque esa chica, cuando estaba en el suelo, y la intentaban ayudar, sólo dijo: "Y encima no me moriré...".
Al final lo consiguió. Me alegro por ella.
Ya me estoy yendo por las ramas... Pues eso, hace unos días empezó a rondarme esa idea por la cabeza, otra vez, dejar caer mis muñecas sobre un cuchillo muy afilado, y que la sangre brotara hasta que me muriera. Por si acaso, me tiraría por la ventana, y si fallara también el golpe, siempre podría morirme de frío...
Esta vez, en estos "deseos" (que se parecen bastante a mis sueños, por la forma en que me siento y los imagino) surgió algo distinto. Surgiste tú, Peter. Deseaba ver el daño que te hacía ver mi cuerpo muerto, congelado, demasiado tarde para cambia nada ya. Imaginé mi sangre recorriendo tu rostro (lo sé, no tiene ningún sentido, a mí también me sorprendió, y no me pega, no soy tan morbosa, pero a veces no controlo mis "sueños"). Pensé que eso te haría tanto daño... Y no sé porqué, pero quería que sufrieras más que nada...
Ya no quiero, vuelvo a estar igual, simplemente triste. Aunque a veces me acuerde de ese deseo, lo ignoro, porque hace tiempo que acepté que yo no tenía valor para hacer nada de eso.
Ahora, mis deseos se limitan a que esta sensación desaparezca. Nunca me he sentido del todo bien, pero dios, esa situación de estar "normal tirando a mal o a bien, según el segundo" se echa de menos desde este lado del río...
También deseo adelgazar, qué tontería.
También, aprobar.
Además, te deseo a ti, y deseo tus labios, pero no pasa nada... Porque si te parece mal, como me dijiste ayer, no volveré a hacerlo. Tienes toda la razón. Como quieras... Como siempre.

No hay comentarios: